lunes, 25 de junio de 2012






Gracias madre

Plantar un árbol, eso sí que es amar.
Y regarlo después cuando la canícula.
Y cuando el polvo sahariano rebasa las montañas
cayendo en los valles como microscópicos
cristales de lumbre.

El suelo despide vaharadas calientes
a pesar de que la noche va llegando.
Tarda, tarda pues estamos en junio
y la oscuridad ahora es un  suspiro
de puntos brillantes.

Y habiendo refrescado tanta sequedad
yo también tengo sed y tengo hambre
y al abrir el frigorífico encuentro
una fuente de arroz con leche con su
sombra de canela.

Se me refrescan -iba a decir el alma- los ojos,
pues bien sé que manos lo elaboraron.
Y ahora hay que comérselo todo,
rebañar las paredes del plato metiendo la
lengua si hace falta.

No es por glotonería ni por el hambre, que solo
fue elocuencia en nuestra casa. Es un acto
de amor, un modo de dar las gracias.
Porque ese arroz con leche, amigos,
lo ha hecho mi madre.





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